La Accademia della Crusca, la institución que se ocupa de la norma de la lengua italiana, tiene una curiosa relación con el pan: desde su fundación, en el siglo XVI, buscó su simbología en el mundo de la harina, empezando por su propia denominación: crusca es la palabra italiana para 'salvado'.
El origen del nombre, sin embargo, no estaba relacionado con el salvado. Entre 1570 y 1580 un grupo de florentinos se proclamaron la brigata dei crusconi, es decir, la brigada de quienes se interesaban por las cruscate, voz florentina que hacía referencia a reuniones poco serias en las que abundaban los discursos jocosos.
En torno a 1582 y 1583 aquel grupo de amigos encaminó sus ocupaciones hacia la lengua toscana. Se propusieron separar lo que consideraban el mejor italiano de lo advenedizo o corrompido, en una labor que en el mundo hispánico nos es más conocida a través del lema «Limpia, fija y da esplendor» que adoptó la Real Academia Española, en buena medida influenciada por la academia florentina.
Pues bien, la similitud entre cruscate y crusca (recordemos: 'salvado') dio lugar a que estos primeros académicos tomaran la harina como fuente de casi toda la simbología de la academia. De hecho, la misma tarea principal de la corporación, la separación de los buenos y los malos usos lingüísticos, la asociaron a la imagen de la criba que separa la harina del salvado.
A partir de ahí, resulta lógico que como emblema de la Accademia della Crusca se escogiera un frullone o buratto, un artefacto que servía para separar la harina del salvado, es decir, un cernedor.
Imagen de un frullone o buratto tal como lo representaba la Crusca en el siglo XVI:
El buratto aparece en la portada del primer diccionario de la Crusca:
Que un instrumento propio de un oficio fuese elegido como símbolo y se convirtiera en el motivo del emblema académico entraba dentro de lo esperable: recordemos que la Academia Española hizo lo mismo con un crisol. Lo más original es que los crusconi relacionaran la vida académica con objetos o productos del ámbito de la harina o de la panadería, con un estilo que aleja a estos académicos de la imagen de señores serios y graves que solemos atribuirles. Así, por ejemplo, llamaron Farina a un libro en donde anotaban las obras que merecían censura, frente a Fiore, el volumen que registraba los libros dignos de ser considerados modelos.
Ese ánimo jocoso que en buena parte gobernaba sus primeras reuniones también se reflejó en el mobiliario de la institución. Determinados libros se guardaban en un mueble con la forma de un frullone, o el lugar para poner las composiciones que examinaban se denominaba tramoggia, 'tolva'.
Las sillas de ceremonia se hicieron con cestas o alforjas para el pan, bocabajo, que servían de asiento, y con una pala como respaldo.
Los armarios para guardar los documentos importantes (estatutos, actas) tomaron la forma de un saco.
Y no se quedaron ahí. Muchos de los académicos adoptaron un sobrenombre y un emblema alegórico relacionado con la harina o el pan. Ese emblema lo llevaron a unas palas similares a las que se utilizaban en los molinos. Podemos ver las palas .
Las ciento cincuenta palas de los académicos de los siglos XVI y XVII están expuestas en la Salle delle Pale:
Sobre las palas me extiendo .
Las imágenes y el grueso de la información proceden de la web de la Crusca ().
Última edición por Ganapán inofensivo el Dom 13 Feb, 2011 13:07, editado 1 vez en total
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