Este es el horno de la casa donde, con un poco de suerte, viviré en un futuro:
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Es un horno gallego tradicional, todo granito excepto la bóveda, que parece de algún tipo de ladrillo refractario. Son bloques muy grandes, no esos ladrillos pequeñitos. La solera sí que es de granito, y mide 1 metro de diámetro. La puerta mide 38 cm de ancho x 40 cm de alto, y la altura de la bóveda es de 66 cm. Me hizo ilusión comprobar que la altura de la puerta es el 61% de la de la bóveda, muy cerca del 63% que se menciona en como el porcentaje idóneo. Hay que ver con qué tonterías nos ilusionamos algunos.
Este tipo de horno, que según leo en The Bread Builders es de origen romano y se puede encontrar en toda Europa y Canadá, se diferencia de los hornos de Pereruela y otros que he visto en webs argentinas en que no tiene tiro. El humo sale por la puerta y sube por la cabota, y cuando se retiran las brasas la puerta se cierra y el horno queda completamente cerrado, al quedar la chimenea fuera.
Tenía muchas ganas de probarlo, y tras una concienzuda limpieza lo calenté con leña de roble durante 2 horas y media, lo limpié, dejé reposar 15 minutos y horneé dos hogazas de 1,2 Kg (peso en crudo) que salieron así de hermosas:
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Los panes habían pasado su segunda fermentación en la nevera durante la noche, porque no tenía nada claro cómo hacer para que los panes y el horno estuvieran listos a la vez. En cuanto encendí el horno saqué los panes de la nevera y los dejé atemperarse y leudar en la cocina, a unos 21ºC.
Era una masa con una hidratación del 75%, con mm de centeno, trigo del país y algo de harina de gran fuerza de Los Pisones.
Quedaron muy buenos, con una corteza gruesa y mate (como ya habéis mencionado otros en este hilo), subieron mucho y se abrieron muy bien.
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